Dive Deep into Creativity: Discover, Share, Inspire
Someto a la aprobación de la sociedad virtual internauta esta técnica con una historia de 200 palabras que he llamado provisionalmente:
Cálido carmesí manantío oscureciéndose coagulante con el viento en las nasales comisuras respiradoras de su díscolo dueño que avizora el cielo recostado en un incómodo y grande parche de duro pastizal donde azarosos nutrientes del valle se delegaron hasta hacer que casi doble la altura media de sus hermanas vegetales en el campo escarchado en que la lluvia ligera que llena al apreciado pozo profundo y se une al fluvial de veranos perecederos en arroyada intersecular da paso a copos de nieve que se posan en formas diferentes por la abrumadora suerte de no acercarse al chimenezco humo de pino combustible para fundirse en gotas pasajeras precipitadas hacia los techos fusteros de hogares modestos y amplios salones petropilastrados de entabladas superficies deslizándose hasta el suelo decadente de las calles entre el asentamiento abrazado por cordilleras boscosas repletas de espíritus de difícil apaciguamiento y bestias malhumoradas que ahuyentan a los más temerarios de sus despreciados cohabitantes humanos conflictivos infectados de vileza ejercitada en actos como aquel ambicioso reto enemistado contra el rey entre un círculo de gente hasta llegar al momento en que la vena perforada en cartílago roto por un nudillo extraño y un hueso propio cierra dejando de liberarlo.
Su voz era la ley del país, la cual se seguía al pie de la letra, con orgullo y gloria se levantaba el fascismo, el nazismo y el imperio japonés sobre el mundo, que no hace mucho sobrellevo la "Gran guerra".
Se perdieron cientos de miles de vidas en el campo de batalla y en las ciudades, la sangre manchaba la tierra como pintura sobre un lienzo, los cuales crearon una pieza de arte que ni la mente más retorcida pudiera haber creado. Los experimentos mostraban lo bajo que había caído la humanidad con la empatía y el respeto. La iglesia mantuvo silencio ante los horrores de la guerra y la muerte y la tortura se volvieron un secreto a voces en todo el mundo.
Y ni hablar de la presión que vivían los pueblos oprimidos por las "potencias del eje" al ser sometidos por ideales ajenos a sus culturas y religiones, el mundo entero estaba inmerso en el caos y la desesperación. A los altos mandos no les importaba la vida de sus subordinados, eran números sin valor que seguían ordenes sin cuestionar para supuestamente "darle al país la gloria que se le fue arrebatada por las agarras de la guerra".
Por honor y gloria, por conocimiento y poder.
En el suelo estaban los cuerpos agonizantes de los que alguna vez fueron niños que creían inocentemente que servir a su País era un simple juego. Al igual que basura, se encontraban sus esperanzas y sueños de la niñez; ellos solo eran números para sus superiores; solo el campo de batalla sabría donde se encontraban los niños que jugaban con alegría y ahora rogaban misericordia a sus enemigos.
Como arena a la orilla del mar, sus nombres solo los conocería el viento y sus camas por la eternidad serían el suelo de un país nombre ni gloria, despojado de esta por la fría y cruel guerra
Desembarco de Normandía 1941-1944
Eran la raza elegida, decían, vinieron para purificar a este mundo de las garras del mal, el fin justifica los medios, decían, todo el mundo sabia lo que pasaba en los campos de concentración.
Pero a nadie le importaba, los que se encontraban en esos lugares eran traidores de su patria, los cuales merecían el castigo eterno, la política se esparció por todo el país sembrando el miedo y la desconfianza en la población; los políticos y militares eran los perros de caza que perseguían a sus presan y estás agonizando eran llevados a los escondites del Estado para delatar a sus compañeros, y no importaba si hablaban o no, de igual modo no saldrían de ese pedazo de tierra abandonado por Dios. Y mucho menos sus restos se encontrarían reconocibles para sus familias, las cuales lloraban desconsoladas por su ausencia. Eso era ser la raza elegida, jugar a ser Dios
Ya no podía más, ya no lo soportaba. Todos los días era lo mismo: despertar, levantarse, vestirse, dar los sermones de la mañana, ayudar a las personas del pueblo e ir con sus SUPERIORES. Esa era la parte más jodida del día; ya había olvidado cómo empezó todo esto. Todas las tardes, sin falta, lo tocaban y violaban mientras citaban a Dios para justificar sus actos; sólo soportaba ese infierno para que no se lo hicieran a otros niños.
Pero todo iba a cambiar. Hoy era el día en que su agonía acabaría, primero tenía que ir a la Iglesia para confesar sus pecados. Al llegar empezó la típica charla entre un Cura y un Pecador.
"Perdone Padre, he pecado"- Dijo Rufus con voz calmada
"¿Qué sucedió hijo mío?- Preguntó el Cura con voz severa
"He tenido pensamiento oscuros, Padre; he querido acabar con mi miserable vida"- Continuó con su pesar Rufus
"Desiste de esos pensamientos hijo mío, Dios nos dio la vida para admirar las obras que creó con sus manos; reza dos "Salve María" y cinco "Padre Nuestro"
"Gracias Padre"- Respondió Rufus, al salir de la Iglesia, esta se incendio a metros de Rufus
El pueblo estaba conmocionado, todos corrían para tratar de apagar el incendio. Mientras Rufus caminaba a su parroquia, un drogadicto lo apuñalo por detrás. Todo esto estaba planeado de forma que pareciera un accidente. Entonces, cuando Rufus era llevado en los brazos de la muerte, sus pensamientos eran de pura felicidad y emoción. Mientras el fuego consumía la Iglesia y su cuerpo sin vida se desangraba en el piso del pueblo,
Él murmuro: "Ardan cerdos, ardan"