Dive Deep into Creativity: Discover, Share, Inspire
Un día, a principios de los ochenta, el departamento de relaciones públicas me pidió que acompañara en una visita guiada de la Unidad a Thomas Harris, autor de un best-seller, Domingo Negro, que ya había sido llevado a la pantalla. Harris me explicó que estaba escribiendo otra novela y que uno de los personajes sería un asesino en serie. Quería saber cómo se vería implicado el FBI en un caso así, cómo se elaboraría un perfil, y cómo ayudaríamos a la policía. Pasamos varias horas juntos y le enseñé las diapositivas de diversos casos, como los de Kemper y Chase. Harris era como una esponja: hablaba poco pero lo absorbía todo. También hablamos de mis numerosas entrevistas en la cárcel y le dije que últimamente habíamos traído a varios psiquiatras y expertos en salud mental al FBI para que nos asesoraran.
Más tarde, Tom Harris fusionó la idea de las entrevistas en la cárcel con la de los psiquiatras en su novela Dragón Rojo, en la que el agente del FBI recurre al ahora famoso personaje de Aníbal Lecter, el psiquiatra y asesino en serie encarcelado que ayuda a resolver el misterio. El personaje y el guión son producto de la fértil imaginación de Harris, por supuesto, pero estoy orgulloso de haberle proporcionado algunos datos.
Después de la publicación de Dragón Rojo le pregunté a Harris por qué el protagonista de su novela es un civil que trabaja para el FBI y no un agente. Me dijo que quiso que el personaje tuviera problemas mentales debidos a su primer encuentro con Lecter, problemas mentales que le impidieran ser agente. Me resultó gracioso que dijera eso, después de que muchos miembros de la Unidad experimentáramos síntomas como pérdida de peso, seudoataques al corazón, etcétera.
Harris volvió a visitarnos cuando estaba escribiendo otra novela. Estuve más tiempo con él que la primera vez y le enseñé otros casos específicos, como el de Ed Gein, en quien está basado parcialmente el villano de El silencio de los corderos. También le presenté a la única mujer agente que por aquel entonces trabajaba con nosotros en la Unidad.
Las novelas de Harris son estupendas obras de ficción, aunque no muestran una imagen demasiado realista, ni de los asesinos en serie, ni de los héroes y heroínas del FBI. El asesino en serie de la primera novela, por ejemplo, Francis Dolarhyde, tiene atributos de diferentes tipos de asesino en serie, características de la personalidad que muy difícilmente se combinarían en una persona real. Además, los agentes del FBI no persiguen a los asesinos personalmente: nosotros evaluamos escenas de crimen, elaboramos perfiles de la personalidad del asesino y transmitimos nuestras sugerencias a la policía local. Los policías son los que realizan el duro trabajo de campo y, finalmente, efectúan las detenciones.
fragmento del libro - Asesinos en serie de Robert Ressler
portada de periódico de cuando Robert Ressler visito México para ayudar en la investigación de las muertas de Juárez.